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"Practicar Hun Yuan Tai Chi para beneficio de la humanidad" (Gran Maestro Feng Zhi Qiang)

domingo

El abanico

         Hace algún tiempo, en China, el abanico era un objeto utilizado no solamente por las mujeres, sino también por los hombres, los cuales lo llevaban en el cinturón e incluso dentro de una de las mangas. Se utilizaban para darse un poco de aire y para destacar puntos de sus conversaciones.

              Con el transcurrir del tiempo, las escuelas internas lo fueron absorbiendo como una forma de arma, discreto al ocultarlo y letal a la hora de protegerse. En la escuela Chen Hun Yuan, la forma de abanico impartida es una creación del maestro Pedro Valencia apoyada por su maestro Chen Xiang.
           Por lo general, los movimientos del abanico son circulares. Una de las características más importantes es dirigir los movimientos del cuerpo y del abanico de manera coordinada hasta que consigamos ser una misma entidad, moviéndonos con belleza y habilidad.
                Los pies enraizados en la tierra mientras nos desplazamos con pasos lentos y bien equilibrados, el movimiento de la cintura que se manifiesta en las manos y el golpe poderoso y seco del abanico hacen que sea una forma atractiva para todos. La forma del abanico se puede practicar a cualquier edad ya que sus movimientos suaves son fáciles de aprender siendo un ejercicio elegante y espectacular.
                La forma del abanico, al igual que las demás formas del Tai Chi Chuan, aporta numerosos beneficios para la salud regulando el aparato circulatorio, eliminando el estrés, mejorando el equilibrio, fortaleciendo los músculos, despertando los sentidos, mejorando atención y concentración, relajando cuerpo y mente, cultivando la energía…

                                                                          Para saber más… FUNDACIÓN HUN YUAN                                                                               http://www.hunyuantaichi.com/

lunes

Meditación ( y IV)

La respiración

Dolores musculares
                Es frecuente que durante el proceso de meditación se sientan desde ligeras tensiones dolorosas, picazones, ganas de tragar saliva,… y generemos impulsos para que desaparezcan, moviéndonos.
                Lo que hay que hacer es mantener estas sensaciones a distancia, sin dejar que entren en uno mismo. A veces eso es inútil por lo que también podemos  entrar en esa molestia y tener consciencia de ella ya que muchos de los sufrimientos físicos tienen origen en la resistencia que surge de nuestro inconsciente.

La naturaleza de la mente
                Podemos comparar  la mente con un caballo desbocado al que hay que domar, también lo podemos comparar con un mono inquieto que se la pasa la vida saltando de árbol en árbol con movimientos continuos.
                Nuestros pensamientos van y vienen sin cesar, se unen y separan unos de otros generando nuevos pensamientos que se separan y vuelven a unir con otros formando un entramado caótico, las ondas del pensamiento son como olas de un mar embravecido que se agita de manera incansable día tras día, años tras año, durante toda nuestra vida.
                No podemos vislumbrar el fondo del mar ya que las olas se agitan tanto que impiden ver la tranquilidad del fondo marino.  Del mismo modo el entramado caótico de los pensamientos no nos deja  percibir la paz profunda que reside en el fondo de nuestra mente.

Fines
                El fin de la meditación es alcanzar un estado de paz profunda en donde se experimenta una gran tranquilidad,  en este estado queda solamente la conciencia. Es como un vaso que se ha sumergido en el mar, lleno por dentro y rodeado por fuera. La mente detiene sus  persistentes movimientos y se aquieta completamente. Esto solo se puede alcanzar de una sola forma: deteniendo los movimientos de la mente. Solo cuando la mente detiene sus movimientos incesantes, se alcanza este estado de paz profunda y felicidad perdurable.

Condiciones para lograr el estado meditativo.
                La mente se pone a divagar, meditar no es anular la mente, pero tampoco es pelearse con ella. Debemos observar los pensamientos como si fuesen nubes que pasan frente a nuestra ventana, cuando meditamos observamos esas nubes que vienen y van, pero sin inmiscuirnos con ellas, no debemos tener actitud crítica alguna ya que si queremos que esa nube o pensamiento se quede, se marchará y si queremos que se marche, se quedará.
                Por ello debemos mantener un estado relajado, sin pelearnos con la mente y sin enjuiciar nada. Disfrutemos el momento y tengamos paciencia. Los pensamientos que van y vienen no eres tú. Lo importante es estar relajado y que la espalda esté recta, para que fluya la energía.

Qué hacemos
                Comenzamos con tomar conciencia de la respiración haciendo respiraciones profundas, lentas y conscientes. Luego se hace la respiración natural pero regular y rítmica.
                Se elige un punto de concentración mental que puede ser el Tantien Medio (Zona de acumulación de energía a tres dedos por debajo del ombligo y otros tres dedos hacia dentro del cuerpo)  y se posa la toda la atención mental en dicho punto, con la respiración rítmica y lenta. El cuerpo debe permanecer totalmente inmóvil. Al principio resulta difícil centrar la mente en el punto elegido, puesto que tiende a distraerse con los pensamientos errantes, cuando somos conscientes de la dispersión de la mente, volvemos a poner nuestra intención en el Tantien.
                Poco a poco la mente se va acostumbrando a esta actividad y concentrándose en el punto antes citado, así vamos sintiendo un estado de tranquilidad que fluye de la mente.
                                               Con este capítulo finaliza el documento sobre la meditación.

martes

Meditación (III)

La postura del cuerpo
                Es importante tener en cuenta la postura en la meditación, ya que una buena postura facilita la pacificación mental. Se pueden emplear una gran variedad de posturas, aunque debemos tener en cuenta los siguientes puntos:
-      La columna vertebral debe estar erguida. Podemos imaginar que estamos colgados del Cielo por un hilo de seda el cual nos estira desde la coronilla al tiempo que relajamos el peso del cuerpo. También es  de gran ayuda elevar  el cóccix por encima de las rodillas colocándonos en un safu (cojín de meditación).
 No estar en un ambiente excesivamente húmedo ni frío. Es conveniente colocar una esterilla o aislante si nos sentamos en el suelo para evitar absorber humedad. En ambientes fríos hay que taparse, especialmente las piernas, ya que disminuye el riego sanguíneo de las extremidades.
-      Las manos pueden descansar sobre las rodillas con las palmas hacia arriba o hacia abajo, pero también con los pulgares e índices unidos o no. Hay muchas posturas de las manos  que se pueden utilizar para facilitar la meditación.
 Todas las posturas son buenas siempre que la columna vertebral esté erguida y vertical, y estemos cómodos.
-       Ninguna postura que acarree dolor excesivo debe ser adoptada, puesto que interfiere en la meditación

 Las posturas de meditación

a) El Loto
Los pies cruzados con las plantas hacia arriba. Los maestros dicen que es la postura más idónea, es la que utilizaba Buda. Sin embargo, si no nos resulta cómoda pierde toda su efectividad. Tiene que resultar cómoda durante suficiente tiempo, ya que se la debe mantener en completa inmovilidad y se debe permanecer firme y relajado en ella. Esto es sentado sobre los isquiones (huesos situados en la pelvis que forman parte de cada coxal), con las piernas cruzadas, la espalda bien derecha en línea con el cuello y la cabeza y los hombros relajados.

b) El Medio Loto
Se cruza solo una pierna, dejando la otra descansar sobre el piso. Las piernas se encuentran algo más cómodas que en la postura del Loto, aunque hay que poner más atención en la columna, ya que puede tender a ladearse ligeramente.

Postura del Medio Loto

c) De rodillas
De rodillas y sentados sobre los talones. Si resulta incómodo o las rodillas están lesionadas, es mejor poner una banqueta de meditación, o bien sentarse a caballo sobre un cojín grande o una manta enrollada. Esta postura es muy cómoda para la espalda al elevar el cóccix por encima de las rodillas. La columna se asienta de manera natural.

d) La Silla
Sobre una silla sin apoyar la espalda y sin cruzar las piernas. Los pies completamente apoyados en el suelo. Es la postura más cómoda y con menos inconvenientes si no se es muy flexible.
      La espalda nunca debe apoyarse. Al principio pueden haber molestias, ya que los músculos encargados de mantenerla erguida están demasiado acostumbrados al uso de respaldos, pero con un poco de paciencia se puede conseguir que se fortalezcan y lograremos que  las molestias desaparecerán y tendremos una espalda más sana.

El efecto de la postura elegida y de la respiración, sobre el sistema nervioso, pacifica la mente  y produce una sensación de profunda paz y armonía interior.